jueves, 21 de julio de 2011

Cuando la noche cae



Cuando cae la noche comienza la realidad de lo que en algún momento fue un tormento. Cuando la obscuridad envuelve mi rostro y una lámpara que alumbra a media luz es lo único que me da calor, cuando la luna sale esplendorosa tratando de no ocultarse entre las nubes que a menudo la cobijan. Cuando las horas en el reloj corren como si fueran orugas y el segundero a su movimiento genera un eco sutil que se escucha en toda la casa como los pasos marcados de cualquier extraño que pueda entrar en ella.

Silencio y sombras, frio y temblores son los que se presentan al iniciar una noche que mientras muchos viajan en su mundo perfecto descansando sus mentes de la abrumadora realidad de una sociedad ajetreada por la velocidad y los movimientos agresivos de los ideales corrompidos; yo viajo por mi mente encontrando lugares jamás antes vistos, regocijándome en los pequeños momentos que alimentan mis esperanzas y contemplando las ilusiones que flotan en el mar de la melancolía.

Muchos preguntan, y otros más ignoran mi estar activo dentro de una habitación inundada por la obscuridad y la soledad, cuestionan mis acciones dentro de ella, aseveraciones envueltas en el morbo de sus mentes, mientras tanto yo, yo ¿Qué podrá detenerme para no hacerlo? ¿Qué me encierra en mi pequeño mundo? Ese soy yo, quien busca tu mirada aun en las tinieblas de mi corazón, una caricia provocadora de mil emociones que jamás pude explorar dentro de tu insensibilidad.

Soy quien dentro de una obscura noche como todas, trato de buscarte y encontrar el abismo de tu mirada. Mientras duermes tú, mientras liberas tus pensamientos y sentimientos ocultos en el paraíso de los sueños generados por el subconsciente, yo corro en círculos dentro del espacio que me permite mi habitación, haciendo un esfuerzo por controlar mis impulsos de llamarte a gritos. Yo que en mi soledad me refugio porque solo dentro de mi encontraré lo que tú fuiste. Ruego y hago uno que otro berrinche esperando que la noche me inspire para lograr lanzarme a ese abismo que mencioné.

Si mi consuelo no fuera que dentro de mí encuentro lo que mi mundo infeliz convierte en una realidad superable, entonces ¿Qué sería de mí si no te hubiera conocido y a la vez perdido? Fuente de ilusiones y esperanzas, un poco de perspicacia generada y un gran brote de inspiración que a lo mejor no haga de mi un literato pero si me lleva a lo que más disfruto en esta simple y esporádica vida, a escribir.

Ya no busco razón porque sé que si tu no estas no la darás pero los pasos de ese extraño dentro de mi casa empiezan acelerarse por el corredor para de algún modo anunciarme la llegada del alba, para decirme que es tiempo de continuar por el viaje que empecé cuando la noche entró por mi ventana cerrada al mundo. Es entonces cuando me doy cuenta que desde que la noche arribó, comencé a soñar y cuando mis parpados impiden mi visión y caigo tendido en mi colchón, profundizo en ese sueño.

La noche que es cuando yo despierto a la realidad que me gusta contemplar, la noche en donde todos duermen, es la noche cuando yo inicio mis sueños, es la bienvenida a una nueva historia que protagonizo junto a ti, y cuando el sol está por salir, duermo para llegar al clímax de nuestra novela, esperando al medio día cuando despierto a la fuerte realidad que me gustaría poder ignorar. Antes de visitar nuestro nudo, imploro a Dios por que nunca más me saque de ese sueño y de esa manera vivir en el mundo que amo.

Poco a poco, delicadamente, contemplo el daño que generan las sombras de las cero horas, porque en veinticuatro horas despierto dos veces, a dos realidades diferentes conectadas por un puente, tu y yo. El riesgo que tomé fue el de perder mi cordura al no vislumbrar cual de las dos realidades es la que vivo de pie.

Noche fría silenciosa y con luz tenue, es la noche aquella  que me embriaga, la que consigo trae un reloj que marcará el final del sufrimiento. Es por eso que feliz vivo la noche y dejo el día para mis debilidades. 

domingo, 17 de julio de 2011

Mi miedo era terminar como dos extraños, demasiado tarde pues siempre lo fuimos.

Como dos extraños que nunca se conocieron y nunca lo harán. Viendo su rostro el uno al otro sin reconocerse o fingiendo, tal vez o no lo sé, son solo dos extraños a pesar de haber compartido algo, nunca se conocieron solo pretendieron hacerlo.

Sí algún día creí conocerte ese día debí de haber cometido un gran error, bien dicen que nunca dejas de conocer a una persona, pues bien, debí de haber seguido ese dicho; tú nunca serás más de lo que mi mente inventó para ti, no serás más que el recuerdo absurdo que idee y que hice crecer para engañar mi corazón.

No hay material ni herramientas de realidad que pueda usar para deshacerme de lo que mi confuso corazón siente porque una idea tan pequeña que sembré yo mismo en mi cabeza ha crecido como un ciempiés comiendo las ideas lógicas y desconectando la imagen de lo que eres en realidad.

No fue algo serio solo fue un juego de dos niños bobos intentando hacer lo que dos personas maduras harían. Me deje llevar y sufrí mucho desde el primer día que noté tu ausencia. Al igual que yo tu tomaste una idea errónea de lo que soy, siendo de esta manera un arma letal para mí porque mientras yo te dibujaba como algo sincero, algo honesto y lleno de emociones y luz tu me creaste como un rugido que solo te abatía y te seducía tal como un demonio. No nos conocimos, solo pretendimos hacerlo, pensando, siempre especulando y dudando lo que el otro diría.

Cuan frágil fue nuestra línea porque los dos nos equivocamos, ojalá pudiera regresar a ese momento en el que nuestras intenciones se cruzaron y se voltearon a la mitad del camino, dando giros alternos de manera que apartaron nuestros ojos de lo que pasaba.
Sigo sin entender la razón la más importante de todas, pero sí tu decidiste cambiar e irte a pesar de que te supliqué que no lo hicieras, entonces solo tú sabes cómo regresar, ya no saldré buscándote o al menos intentaré no hacerlo porque de igual modo seremos como siempre hemos sido, un par de extraños fingiendo no serlo.

Un poco de cordialidad hubiera sido al menos un abrigo para mí no obstante, conocí esa parte tuya en la que la informalidad y la indiferencia que una persona madura de nuestras edades no haría ¿Qué niño jugaría tal como nosotros lo hicimos? Sigo pensando que esta situación es patética, sin embargo me duele.

Me muerden los celos como una jauría de perros, el simple hecho de pensar que no fui el primero para ti y que no seré el último. Aprende lo que yo ya aprendí, diviértete en el camino y si fallas aprenderás más.

Solo te recuerdo que sin importar que tan poco nos conocimos a pesar del largo tiempo que compartimos tu, no serás la primer mirada pero es como si lo hubieras sido y te digo que, serás la última caricia que tendré. De ti no habrá después, no habrá otros ojos que me cautiven y me seduzcan como lo hicieron los tuyos.

viernes, 15 de julio de 2011

Adiós con llamas y humo

Que difícil fue verte partir sin más ni menos, te fuiste sin decir adiós. No es algo que no esperaba, al contrario mi corazón lo pidió porque a pesar de desear estar a tu lado sabía que tú presencia o la imagen de ella causaban mucho daño.

Ciertamente me hubiera encantado decirte todo lo pienso y siento, decirte que no guardo rencor y que te deseo lo mejor, creo que te has ido con un pensamiento contrario a esto, que crees que te odio o al menos te repudio y eso me duele bastante.

Sé bien que lo que pienses ya no importará más porque de cualquier modo jamás lo sabré ni eso ni tu razón de irte sin decir “hasta pronto” o mejor dicho “hasta nunca”.

Dudo mucho volverte a ver al menos te veré en mis recuerdos y en alguno que otro sueño con los ojos abiertos o cerrados eso no importa. Aun vives dentro de mí pero tu esencia se fue.

Tuve que quemar mil cartas que te escribí pero que nunca te pude entregar. Que doloroso fue oler el humo que emanaba de las llamas de esas hojas llenas de emociones y sentimientos, que fuerte olor penetro mis fosas nasales hasta llegar a mi cerebro y provocarme una jaqueca. Viendo una foto que en momentos parecía ser tan real, tan llena de vida, mirándote a los ojos pude decirte al menos que esperaba lo mejor para ti y deseándote lo mejor y pidiendo a Dios por ti.
Sí, así fue como tuve que pretender liberarme de ti, pensando que lo que decía a la pantalla te lo decía en tu carne, pero no fueron más que palabras lanzadas al vacío del silencio y al frio de la soledad que generaste ya hace mucho tiempo en mi.

Hasta nunca, sé que en cinco años aun te recordaré pero de lo que estoy seguro es que con el tiempo dejaré de extrañarte y de necesitarte incluso de quererte y de desear lo mejor para ti. Ese es mi único consuelo, porque todo lo demás se hizo cenizas como las cartas que quemé esta madrugada.