viernes, 15 de julio de 2011

Adiós con llamas y humo

Que difícil fue verte partir sin más ni menos, te fuiste sin decir adiós. No es algo que no esperaba, al contrario mi corazón lo pidió porque a pesar de desear estar a tu lado sabía que tú presencia o la imagen de ella causaban mucho daño.

Ciertamente me hubiera encantado decirte todo lo pienso y siento, decirte que no guardo rencor y que te deseo lo mejor, creo que te has ido con un pensamiento contrario a esto, que crees que te odio o al menos te repudio y eso me duele bastante.

Sé bien que lo que pienses ya no importará más porque de cualquier modo jamás lo sabré ni eso ni tu razón de irte sin decir “hasta pronto” o mejor dicho “hasta nunca”.

Dudo mucho volverte a ver al menos te veré en mis recuerdos y en alguno que otro sueño con los ojos abiertos o cerrados eso no importa. Aun vives dentro de mí pero tu esencia se fue.

Tuve que quemar mil cartas que te escribí pero que nunca te pude entregar. Que doloroso fue oler el humo que emanaba de las llamas de esas hojas llenas de emociones y sentimientos, que fuerte olor penetro mis fosas nasales hasta llegar a mi cerebro y provocarme una jaqueca. Viendo una foto que en momentos parecía ser tan real, tan llena de vida, mirándote a los ojos pude decirte al menos que esperaba lo mejor para ti y deseándote lo mejor y pidiendo a Dios por ti.
Sí, así fue como tuve que pretender liberarme de ti, pensando que lo que decía a la pantalla te lo decía en tu carne, pero no fueron más que palabras lanzadas al vacío del silencio y al frio de la soledad que generaste ya hace mucho tiempo en mi.

Hasta nunca, sé que en cinco años aun te recordaré pero de lo que estoy seguro es que con el tiempo dejaré de extrañarte y de necesitarte incluso de quererte y de desear lo mejor para ti. Ese es mi único consuelo, porque todo lo demás se hizo cenizas como las cartas que quemé esta madrugada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario